Deportes
El Litoral conmovido por un antiguo grito: ¡Colón viejo nomás!

Esta noche de junio ya está grabada a fuego en la memoria de miles y miles de hinchas de Colón, el viejo club del pueblo de Santa Fe, que desde el corazón del Litoral se ve por estas horas conmovida por el más grande estallido de felicidad popular que se recuerde gracias a la consagración como mejor equipo del fútbol grande de la Argentina al golear en la final de la Copa de la Liga Profesional a Racing por 3 a 0.
El director técnico Eduardo Domínguez, los goleadores Rodrigo Aliendro, Christian Bernardi y Alexis Castro, y cada uno de los jugadores que defendieron su camiseta en estos 16 partidos no podrán dimensionar en mucho tiempo el amor incondicional que los va a acompañar de ahora en más.
Es la noche que será recordada porque no tiene sueño, porque vivirla fue la ilusión de siempre en las barriadas populares y en el centro, en los pueblos del norte de la provincia y del otro lado del río Paraná, la noche en que todos los sufrimientos quedaron a un costado, la del estallido inolvidable de la raza santafesina.
También es la noche de los nervios destrozados de los gurises y de los hombres y de las mujeres, y de las almas que ya no están: esos viejos cronistas, abuelos y padres, que esparcieron una religión a fuerza de contar proezas futboleras con los ojos nublados, de regalarles a los nuevos la camiseta sangre de la pasión de su gente y negra del sufrimiento de su clase.
Porque Colón es, también, el pan de los pobres, la cumbia de los suburbios, la dulzura del primer amor y la desolación de la ausencia, la sonrisa de la vieja, uno de los ladrillos con que se construye la vida.
Imposible saber cuántos de esos sabaleros que ahora no pueden dormir tuvieron en su casa un poster de Hugo Villarruel o de Cococho Álvarez, cuántos pegaron en sus cuadernos escolares una foto recortada del diario de la Chiva Di Meola, cuántos alentaron desde los viejos tablones y cuántos adoraron, pisando cemento, al Loco González o al Pampa Gambier.
Todos ellos saben que el estadio de avenida Juan José Paso es además el Cementerio de los Elefantes porque en el 64 llegó el Santos de Pelé, entonces rey del fútbol, y Colón lo derrotó con goles de Motoneta López y Demetrio Gómez, héroes humildes de una época mítica, que supo de triunfos sobre la selección argentina que venía de ganar la Copa de las Naciones en Brasil, ese mismo año, y sobre el Peñarol uruguayo campeón del mundo, en el 67.
Y en la noche inmortal tampoco falta el coleccionista de hitos, que reitera que fue el Negro el que trajo la Primera División a Santa Fe al ganar el campeonato de la B en 1965, la disputa de copas internacionales con la base del subcampeón del Clausura ‘97, el de Saralegui, Ibarra y Cristian Castillo, y la primera estrella de un título de campeón.
La época moderna, signada por la conducción del inaudito José Vignatti, incluyó las más grandes alegrías, pero también un par de áridas frustraciones que, sin embargo, son bien recordadas por una pasión dolida y desbordante.