Cultura
Dos libros para conocer lo que sucedió en la Vendée

¿Sabías lector que en la región francesa llamada la Vendée, tuvo lugar la que fue quizá la mayor masacre de católicos? No conocíamos eso porque los seguidores de la Revolución Francesa intentaron con denuedo hacer desaparecer los hechos o mentir sobre lo ocurrido (lo que también es una forma de desaparecer la verdad). Pero, como veremos, no les salió todo como deseaban, y por eso sabemos la verdad de lo acontecido.
A partir de 1793 -esto es, a los poquitos años de la Revolución Francesa (1789)- y hasta 1832, se dio una gran persecución contra los católicos de la región mencionada (vendeanos). La persecuta sangrienta la llevó a cabo principalmente lo que se conoció como el «Comité de Salud Pública». Ya vemos cómo desde un comienzo los revolucionarios mentían con los nombres que les daban a sus invenciones, táctica que, desde luego, no han perdido sus seguidores al día de hoy. Llaman «salud» al reino del asesinato.
Se obligaba a los franceses -obispos y sacerdotes incluidos- a jurar fidelidad a la Revolución. Pocos obispos juraron, mas muchos sacerdotes sí lo hicieron. Entonces se dividió el tablero entre los juramentados y los refractarios. La gente de la Vendée que quizo mantenerse fiel a la fe, fiel a la Iglesia Católica en toda su Tradición, fueron entonces de los llamados refractarios. Llegaron a quedar por bastante tiempo sin sacramentos, pero no porque no hubiera sacerdotes, sino porque no siguieron a los juramentados favorecedores ya de concepciones revolucionarias. ¡Qué ejemplo que nos dan para estos tiempos modernistas! En lo que hace a la apostasía, si comparamos aquellos días con los nuestros, los tornan en bebes de pecho!
Dos libros hermosos deberían ser leídos por todos.
Uno llamado El Conde de Chanteleine, escrito por Julio Verne allá en 1864. Su editor, Hetzel, favorecedor de la Revolución, no lo quiso editar, y debió pasar más de cien años para que viera la luz en forma completa en 1994. Un gran apologeta católico de Francia, una vez emitió una crítica sobre las obras de Verne, apuntando a una ausencia de contenido católico explícito. Aunque aprecio y sigo en mucho a tal apologeta, disiento en tal punto. El Conde de Chanteleine es una novela católica de punta a punta, novela que, de por sí, se constituye en una apología del catolicismo más elevado. Julio Verne no tuvo la culpa de que no editasen su obra. Y tengo para mí que, con sólo ese libro, hizo y hace más apología del catolicismo que muchos otros autores. En la obra de Verne estamos en presencia de «héroes dispuestos siempre a sacrificar su existencia en defensa de la fe» (El Conde de Chanteleine, Cooperativa de los libros dormidos, Buenos Aires, 2019, p. 127).
El otro libro se titula Una Familia de Bandidos en 1793, escrito por María de Sainte-Hermine. Tenía tan sólo 16 años en 1793. La señora escribió esas memorias para sus nietos. Uno de ellos, el Coronel Carlos Rambure, le prestó el manuscrito al P. Juan Charruau para que pudiera leerlo. Tras la lectura, el sacerdote le pidió a Carlos la autorización para publicarlo, a lo que éste se negó, con esta salvedad: «Harás lo que más te plazca después de mi muerte (…). Te dejaré el manuscrito y haz lo que más te agrade». Así fue. Una vez fallecido el Coronel, el Padre Juan Charruau lo publicó, de ahí que algunas ediciones pongan su nombre.
No hay palabras para describir las atrocidades que vivieron los vendeanos: acorralaban «como fieras salvajes a las mujeres, a los ancianos y a los niños para matarlos con increíble barbarie» (Charruau, Juan, Una Familia de Bandidos en 1793, Apostolado de la Prensa, España, 1918, p. 209). El cirujano Thomas relata: «He visto quemar vivos a hombres y mujeres. He visto ciento cincuenta soldados maltratar y violar a mujeres, chicas de catorce y quince años, masacrarlas después y lanzarse de bayoneta en bayoneta tiernos niños que habían quedado al lado de sus madres sobre las baldosas». Un día fueron ahogadas tres mil mujeres en Pont-au-Baux. A esos asesinatos masivos bajo el agua, ladinamente los llamaban «deportaciones verticales»: los mandaban al fondo en lanzas.
Te invito, lector, a la Vendée. Te llena el alma de amor a la fe católica. Te mueve a defender la Tradición, cueste lo que cueste. En los tiempos que corren y para el que realmente quiera verlo, no es difícil darse cuenta dónde se hallan los vendeanos modernos.